sábado, 2 de mayo de 2009

La crisis o la inmoraliad económica.



La crisis o la inmoralidad económica.


He comprobado muchas veces,- supongo que como ustedes-, como unas palabras son capaces de cambiar no solo la forma de pensar de una persona, sino su propia vida; Y ese poder, esa capacidad debe por tanto usarse con mucho tacto, con delicadeza, con respeto hacia al otro, pues su uso indiscriminado y sectario ha producido, y vuelve a producir a diario, en especial por el mal uso de políticos y grupos comerciales, terribles dramas no solo a nivel individual, sino colectivo, y la crisis economía actual no es extraña a este mal uso.

Pondré un ejemplo que cualquier persona ha podido comprobar en ella misma, en un familiar, en un amigo o conocido:
Una campaña de radio presenta un producto adelgazante de modo continuado, y como resultado cientos de miles de personas lo compran, comprobando que solo era un timo, muy bien orquestado, pero un timo; Como consecuencia estas personas se quedan, no solo sin dinero, sino sin confianza, pues cuando otro producto les ofrezca lo mismo, y en este caso sea real, en un alto porcentaje no lo compraran; De este modo la palabra consiguió la confianza, y ésta esperanza de adelgazamiento puso en marcha a miles de personas que pidieron el producto, y posteriormente lo tomaron, y finalmente como consecuencia del engaño hizo que jamás volvieran a creer en ningún otro anuncio adelgazante, aunque fuera cierto.

Hoy por tanto la palabra ha dejado de tener valor, hoy para creer en algo tenemos que verlo, es mas hasta lo que vemos en foto, en Tv, o en Internet, somos conscientes de que es irreal, o esta cuanto menos retocado, y por tanto mejor aun si todo está por escrito, y con testigos, porque en caso contrario tampoco lo creemos.

Se han convertido por tanto las relaciones humanas, en una “pantomima de la incredulidad”, pues todos sonreímos, e incluso asentimos cuando vemos, u oímos diversas afirmaciones de cualquier persona o anuncio, por muy disparatadas que sean, pero en nuestro interior pensamos: “A mí no me engañas”.

La verdad ha muerto en las relaciones humanas, y hoy en nuestra sociedad solo quedan pantomimas más o menos educadas, pero solo eso, y por tanto, la clave de la crisis mundial actual no es consecuencia de la estafa de unos miles de millones: ¿Cuantos robos y desfalcos hubo en décadas anteriores?; Cientos de miles. Y entonces ¿por qué no hubo crisis?.

La crisis es la consecuencia de la muerte de la verdad; Porque con ella ha muerto la esperanza, y es esta la que mueve al mundo, y por tanto sin esta, sin la confianza que permite esperar, solo nos queda la crisis y la desesperación; Y frente a ella seguiremos utilizando la “pantomima de la incredulidad” de una sociedad hastiada de tanto engaño.

Por tanto la única receta para salir es recuperar la verdad en las relaciones humanas, y con ella una esperanza capaz de mover toda la economía y el mundo entero: Dame un punto de apoyo y moveré el universo.

El único punto de apoyo capaz es la verdad, que empujada con la confianza puede mover a toda la sociedad, y para recuperarla es necesario volver a los valores que construyeron nuestra civilización, que no son otros que los que nacen del cristianismo, y que hoy desde los más diversos segmentos del poder se quiere a toda prisa vomitar; Y estos son: la verdad, el amor, la moralidad, la honradez, el trabajo, el esfuerzo, la defensa de la vida, la esperanza en la vida eterna, etc., y que nacen de la Pascua que los cristianos en estos días celebraremos, es decir de la muerte y resurrección de Jesucristo.

En caso contrario, y si se siguen otros caminos quizás mas cómodos, mas modernos, o mas cortos y faciles, les auguro que los resultados no solo serán dramáticos para las partes más sensibles de la sociedad, sino que posiblemente las consecuencias serán mucho más rigurosas que las anteriores crisis economicas, y además se abre la puerta a futuras y posibles confrontaciones bélicas.

Andrés Marín de Pedro.

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