sábado, 24 de abril de 2010

OFENDER O MATAR




Mala época estamos viviendo en España para las libertades publicas y la justicia cuando el propio secretario del PSOE y presidente de la Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados, el Sr. Álvaro Cuesta, amenazó públicamente hace tan solo unos días a monseñor Martínez Camino, y así mismo a todos los cristianos. En su disparatado discurso se atrevió a calificar de “ofensa intolerable”, de “palabras descalificadoras e injuriosas”, y de “ofensa al sistema democrático” las palabras del portavoz de la Conferencia Episcopal, monseñor Martínez Camino, quien solo afirmó que la nueva ley del aborto da “licencia para matar a los hijos”.

Y me pregunto yo: ¿Es cierto o no que la nueva ley del aborto da licencia para matar a los hijos?

Pero volvamos a las afirmaciones del Sr. Cuesta, pues no contento con tales peroratas, llegó a decir que dicha afirmación es un menosprecio de extrema gravedad a la legalidad, y que supone una extralimitación de la Iglesia Católica, y seguidamente solicitó el acatamiento y respeto al principio de legalidad: “Le recuerdo a la Iglesia católica y al señor Martínez Camino, que en un país democrático, la ley es la expresión legítima de la voluntad popular formulada a través del Parlamento. El principio de legalidad y el respeto a las instituciones democráticas obliga a todos”.

Para finalizar su exhortación se atrevió a decir que : “La Iglesia católica ni tiene bula, ni es una excepción”.

Vayamos por partes: ¿Por qué es intolerable decir la verdad? Porque la verdad ha dejado de existir, la verdad es simple y llanamente lo que aprueba la mayoría parlamentaria. Esta es hoy la única verdad: las leyes aprobadas por mayoría. Y por tanto las palabras de monseñor Martínez Camino son descalificadoras e injuriosas y ofenden no a las personas, sino “al sistema democrático”: qué mal lo tuvo que pasar “el sistema democrático” ante las duras afirmaciones de monseñor.

Pero existe otra realidad ofendida, “la legalidad”. ¿Quién será esa señora tan ofendida que solicita tras las breves palabras un prelado, que toda la Iglesia Católica la acate y respete? Pues por la boca murió el pez, digo el Presidente de la Comisión de Justicia del Congreso: “la ley es la expresión legitima de la voluntad popular formulada a través del Parlamento. El principio de legalidad y el respeto a las instituciones democráticas obliga a todos”.

En primer lugar, la ley es la expresión legitima o ilegitima de la voluntad popular, simplemente porque en el parlamento se han aprobado múltiples leyes contrarias a la voluntad popular: La nueva ley del aborto es una, pero para que los socialistas no se nos disgusten les pondré otro ejemplo muy de izquierdas: la guerra de Irak.

Aclarado este primer punto, podemos seguir. ¿Quien ha dicho que el principio de legalidad obliga a todos? Parece ser que existen ministros socialistas, o jueces izquierdistas que en la actualidad están por encima de la ley, pues la incumplen, y siguen en sus puestos. Para muestra un botón: el Sr. Manuel Chaves sigue de ministro a pesar de haber donado a la empresa de su hija millones de euros del erario publico, o el propio Juez Garzón sigue en su puesto a pesar de tener tres causas abiertas. ¿Alguien me puede explicar a que se refiere el Sr. Cuesta con lo de “obliga a todos”?

Ahora que ya obliga a unos mas que a otros, podemos continuar, pero hablando muy claro. El gobierno español y sus jueces tampoco tienen bula, ni son una excepción, y por tanto creo que deberían dar ejemplo antes de señalar a los cristianos. Si tanto afirma el Sr. Cuesta que respetan al sistema democrático, y dado que ellos han sido elegidos por él, soliciten la dimisión de todos los que lo ofenden con sus actividades, pero monseñor Martínez Camino, y todos los cristianos, no creo que lo ofendan sólo con sus palabras.

Finalmente, ¿cree alguien en su sano juicio que monseñor Martínez Camino no respetó a las instituciones democráticas cuando realizo dichas afirmaciónes? Puedo afirmar que fue al contrario, pues cuando alguien respeta a una persona, o institución le dice la verdad y si es valiente se la dice a la cara. Que la verdad molesta a algunas personas –no a las instituciones–, que se sienten ofendidas por sus actividades inmorales, ciertamente si. Pero yo, al igual que monseñor, prefiero ofender e impedir que maten a seres humanos vivos, que ser cómplice de asesinato por miedo a que personas o instituciones se ofendan.

Pues en lo referente a la eliminación de seres humanos, el que calla, otorga.

Andrés Marín de Pedro

jueves, 25 de marzo de 2010

Bienaventurados los sindicatos, pues....





Bienaventurados los sindicatos, pues....



Los derechos fundamentales de los seres humanos han sido motivo de duros y dramáticos esfuerzos por parte de diversos sectores sociales a lo largo de la historia de la humanidad; Las sociedades han sufrido múltiples desgarros para lograr estos derechos, y millones de seres humanos han sufrido perdidas económicas, y graves sufrimientos físicos, que en muchos casos llegaron a la perdida de la propia vida.



Finalizado el Siglo XX y tras múltiples avances y retrocesos, nos encontramos con sorpresa que una parte mas o menos significativa de la sociedad, y fruto entre otras, de las diversas ideologías, tiene una nueva y trastocada percepción de estos derechos, y tal es así que diversos grupos políticos, sociales y económicos, esta intentando redefinir según su propia visión ideología o partidista, muchos de estos derechos que hasta este momento eran mayoritariamente aceptados, siendo reflejados en las Constituciones, y normas legales de los países avanzados, los llamados países democráticos.



Llegado a este punto, quisiera centrar la atención en la España del siglo XXI, un país que desde todos los ámbitos de la modernidad es considerado democrático; Pues bien, si ponemos el foco de la luz sobre la situación de los derechos humanos en España, podemos comprobar con sorpresa como estas nuevas percepciones del derecho han sido impuestas desde el gobierno socialista de modo, no diré totalitario, pero si, sin un mínimo de consenso social; Pero lo mas grave no ha sido el modo, sino que la nueva visión social de la legalidad, que no ha traído a los españoles la igualdad que tantos ansiaban, sino mayores y notorias desigualdades frente a la ley.



Para aportar pruebas sobre lo anteriormente citado, valdría con comprobar como Jueces como el Sr. Garzón se lanzan a dar derechos a los muertos de la Guerra Civil española si son de izquierdas, mientras se les niega este derecho a los muertos de derechas, en concreto, en Paracuellos del Jarama; Pero este, no es un hecho aislado; Existe una desigualdad notoria no solo de los individuos, sino en la legislación vigente, por ejemplo en la ley de violencia de genero, donde los hombres son tratados por adelantado como criminales, por la sola palabra de su mujer y encerrados en la cárcel, mientras se sobresee a las mujeres de toda culpa, si son acusadas por su cónyuge; Así también se están dando desigualdades notorias entre los propios parados, pues mientras unos seguirán cobrando los cuatrocientos euros, los que fueron despedidos de sus empresas tan solo un mes antes, hace ya tiempo que subsisten gracias Caritas u otras organizaciones benéficas; Tampoco los niños tienen todos los mismos derechos, pues si quedas huérfano, a la hora de ser adoptado puede ser que no tengas un padre y una madre, sino que quizás te toque tener dos padres o dos madres; Sin lugar a dudas tampoco son iguales los alumnos que han objetado a la Epc, que los que no lo han hecho, pues estos están siendo acosados no solo desde el gobierno, sino desde los propios centros educativos por directores y jefes de estudios, etc., mientras que si un joven solicita un cambio de sexo, el gobierno se lo realiza y se lo paga.



Pero existe un grupo social que esta siendo dramáticamente olvidado en esta legislatura, y al que no se le reconoce ningún derecho, ni ayuda mientras este en su estado; Me refiero a las mujeres embarazadas, a las que desde el Gobierno y fundamentalmente desde el Ministerio de Igualdad, se las esta despreciando, respecto por ejemplo a las mujeres que deciden abortar, pues a estas se les ofrece no solo un amplio apoyo gubernamental, y todo tipo de ayudas económicas, terapéuticas, sociales, etc., sino que por tomar la decisión de continuar con el embarazo y dar a luz, se las trata como seres atrasados a los que no les corresponde ni el apoyo social, ni la ayuda económica, ni tan siquiera el mínimo atención publica; Mientras tanto desde el gobierno se culpa a la curva de la pirámide de población, es decir a la falta de población joven de los problemas económicos que nos aquejan en la actualidad; Pero comparemos a las embarazadas con otros grupos sociales, y realidades para percibir mejor la desigualdad manifiesta: se ayuda a los parados y ahora también a los de larga duración, a lo homosexuales, a los emigrantes, incluso a los animales, a los sindicatos, a los que solicitan el cambio de sexo, se subvenciona la rehabilitación de los monumentos, se realiza un Plan E, y como se gasto poco, ahora un Plan Z donde se destinas miles de millones, o para colmo se subvenciona a los artistas de la ceja, etc.



Sin embargo cuando una mujer queda embarazada, se convierte para el gobierno en algo menos que un animal, en algo menos que cualquier cuadro, o que los propios caballitos de mar, pues mientras muchos de los primeros disponen de ayudas económicas para evitar su extinción, los segundos disponen de subvenciones para su limpieza y mantenimiento, y los caballitos de becas y ayudas para su estudio y conservación; Pues bien, a las mujeres embarazadas se las deja en el mayor de los olvidos; Pasan por tanto a ser desiguales ante la ley frente a otros colectivos y elementos que son cuidadosamente cuidados, subvencionados, y tratados con todo tipo de ayudas y protecciónes.



Tan dramática es la situación de estas mujeres, que una de ellas, con su marido en el paro, me decía con tristeza: Ojala fuera yo un caballito de mar, o de un sindicato; Y ciertamente tiene mucha razón pues en esta España, la desigualdad es el cimiento básico sobre el que se apoya la nueva religión feminista y radical que nos ha traído el socialismo, y entre sus dogmas mas preciados quisiera destacar este:

“Bienaventurados los sindicatos, pues en sus manos esta el futuro del Reino de España”.



Andrés Marín de Pedro.
Foto tomada de blogs.que.es

sábado, 27 de febrero de 2010

Servir a la Iglesia; Si, pero..





Comentaba hace tan solo unos días con un Vicario Episcopal en Murcia la rabiosa actualidad de las declaraciones del Papa Benedicto XVI en la visita ad limina de los Obispos escoceses, en la que los animaba a “llamar constantemente a los fieles a la completa fidelidad al Magisterio de la Iglesia, y al mismo tiempo apoyar y defender el derecho de la Iglesia a vivir libremente en la sociedad”. Comentábamos así mismo que estas valientes palabras solicitando la fidelidad, venían a colación de una hermosa afirmación muy usada en algunos círculos católicos, que aparentemente parecería pasada de moda dentro del panorama actual, y que dice así: “Servir a la Iglesia, como la Iglesia ser servida quiere”.

Ciertamente hoy en día lo que prima en nuestra sociedad es la libertad, pues se ha convertido en el “modus vivendi” no solo de la cultura moderna, sino también de gran parte de los cristianos que andan adormilados por la inocencia o por la ignorancia, y se han dejado llevar por los valores que nos están trasmitiendo los medios de comunicación de esta sociedad postmoderna, en la que se afirma falsamente que “la libertad es siempre un bien”. Lo lamento, pero tengo la certeza de que no siempre la libertad es un bien.

Explíquese, me pedirán algunos de ustedes. Otros en cambio dirán: esa afirmación es disparatada. Pues me permito abrumarles un poco mas, y contestarles que uno de los mayores bienes para los que somos católicos es la obediencia. Pero dirán algunos de ustedes: Da la impresión que la obediencia se manifiesta como lo contrario a la libertad. Pues lo que nos faltaba.

Empecemos a deshilar este ovillo. Parece que obediencia y libertad son términos contrapuestos, pero la realidad es bien distinta, y para percatarnos debemos aclarar los significados de dichos términos. Cuando hablo de obediencia, estoy hablando de esa obediencia que citan las Sagradas Escrituras por boca del mismo Cristo: “Rema mar adentro y echad las redes para pescar”, o San Pablo: “Someteos unos a otros por amor”. En segundo lugar, cuando hablo de la libertad me refiero a Cristo: Cristo es la libertad, y solo el que es libre, por ejemplo para no pecar, es verdaderamente libre, es decir es un cristiano; o por poner otro ejemplo, aquel que es capaz de obedecer, goza de la verdadera, de la única libertad; Y esto es así porque ciertamente el distintivo de la libertad no es otra circunstancia que poder obrar de modo diverso al resto de la sociedad; Pues bien, quien no es capaz de abandonar su pecado, no es distinto al resto de la sociedad; o quien no puede aceptar la voluntad de otro, ciertamente no es diverso del resto del mundo que nos rodea, y por tanto no es libre, o sea, que es esclavo de su concupiscencia o de su voluntad.

Pero volvamos a la afirmación primera: Servir a la iglesia. Sin lugar a dudas es un gozo servirla para todo aquel que la conoce, y la ama. Si, pero... ¿como la servimos? Normalmente la servimos como nos parece a cada uno, o quizás como nos apetece, o como nos han enseñado, etc.; Si me apetece hacer un rato de oración frente al Santísimo lo hago, y si me agrada ayudar al sacerdote haciendo las lecturas, pues lo hago; si me viene bien pues esta tarde rezare un rosario, decimos con total tranquilidad. ¿Son malas algunas de estas actitudes? Ciertamente no, pero ocultan una peligrosa realidad interior. ¿Cuál es esa peligrosa realidad?

Pues que hasta en la cosas espirituales actuamos por placer, por apetencia, por comodidad, o por tranquilidad moral, etc., y esto ciertamente no es servir a la Iglesia, es hacer lo que nos apetece. Para ponerles un ejemplo, es como ver la final de la Champion para alguien a quien le gusta el futbol con pasión. Ni mas ni menos. Por tanto, malo no es, pero...

Llegados a este punto ya podemos profundizar un poco más en lo que es “servir a la Iglesia”. Pues bien, servir a la Iglesia es hacer lo que sus ministros digan, te guste o no te guste, te apetezca o no te apetezca, te venga bien o no te venga bien. Tal es el sentido de la frase que finaliza con “como la iglesia ser servida quiere”. Por tanto esta bien que reces frente al Santísimo cuando te apetezca, o cuando lo creas conveniente, eso es buenísimo, pero la verdadera libertad, y la verdadera obediencia, es rezar frente al Santísimo cuando tu sacerdote te dice que lo hagas, y mas aun cuando no te apetece hacerlo. La obediencia es la libertad suprema, y por tanto es el mayor de los servicios que puede hacer un cristiano, pues pasa por encima de sus gustos, de sus apetencias, es decir pasa por encima de la propia voluntad, para obrar como lo hizo el mismo Cristo, y de este modo tu vida se convierte día a día en un servir como la iglesia quiere ser servida, es decir humildemente, obedeciendo en libertad.

Ojala que muchos de nosotros los cristianos aprendamos lo necesario de la humildad, que se muestra cada día a través de la obediencia, y así viviremos lo que es ser libres. Pues para eso se nos ha manifestado Dios, para ser libres nos libero Cristo; Para disfrutar de esa libertad que es ser capaz de obedecer, esa libertad que te potencia para poder negarte a realizar lo que te apetece, lo que te gusta, lo que te agrada, etc., es decir para no vivir ya para nosotros mismos, sino para servir a la Iglesia, como la Iglesia ser servida quiere.



Andrés Marín de Pedro
Tomado literal de Infocatolica.

domingo, 21 de febrero de 2010

Paro y obispos





Sin lugar a dudas en España percibimos en estos últimos tiempos un esperpéntico espectáculo que podríamos clasificar como casi circense, pues está siendo llevado a cabo tanto por gran parte de medios de comunicación, como por diversos voceros pro-gubernamentales, y cuyo único fin parece ser la de conseguir que cada día -tanto en los telediarios, en la prensa escrita, como en la radio y en la web- se situé una cabeza de turco católica para que la pisoteen los pies del populacho; Con ello no solo se busca distraer a las masas de la terrible y exasperante realidad económica y social que atravesamos, sino tambien señalar a un chivo expiatorio a quien culpar de todos los males que nos asolan, nos acechan, y nos sobrevendrán en estos duros años de crisis económica.

Ciertamente la historia viene de lejos, y el deporte nacional del “tiro al obispo”, era utilizado ya por 2003 cuando el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Don Antonio Maria Rouco Varela, era denunciado por “injurias” e “incitación a la discriminación por razón de orientación sexual“.

Y también por poner algun otro ejemplo en 2006 fue denunciado “por incitar a la exclusión de los homosexuales y por justificar la violencia de género”; Pero estas denuncias y situaciones esperpénticas tuvieron su punto álgido en 2008 cuando fue fustigado vergonzantemente mediante la publicación de las fotos semidesnudas, y los comentarios inmorales de una sobrina del prelado en una conocida revista pornográfica.

Pues bien, la actualidad ha superado con creces aquellas elucubraciones periodísticas, ya que si en aquellos años era fundamentalmente el Cardenal Rouco la cabeza de turco de todos los ataques laicistas, en los últimos meses parece que tanto el populacho, como las fieras mediáticas y políticas, piden más sangre en el circo español, y ya no son solo los Obispos los duramente atacados por los medios, sino también los laicos; Y para muestra asistimos hace algunos meses al linchamiento mediático en “El País”, del iniciador del Camino Neocatecumenal Kiko Arguello, y no hace muchos días al del Obispo de Granada Monseñor Martínez , para culminar con el “ametrallamiento” que está teniendo lugar estas últimas semanas con el nombramiento como Obispo de Monseñor Munilla, y con el linchamiento publico por la tergiversación de sus palabras al sacarlas fuera de contexto.

Ciertamente como es notorio en la España zapateril, los medios pro-gubernamentales han vuelto a poner de actualidad aquella vieja cita atribuida a Nerón que decía: “Al pueblo dale pan y circo”; Esta frase latina “Panem et circenses”, que tanto los emperadores romanos, como la mayoria de los gobernantes populistas de todas las épocas han puesto en boga en las más diversos momentos históricos, tienen su culmen en la progresia mediatica española que la ha transformado en “Panen et episcŏpus“

Recapitulando: En España del reparto del pan se está encargando el gobierno a pasos agigantados, creando cientos de miles de gargantas agradecidas, pues su torpeza para acometer la crisis económica está obligando a millones de españoles a vivir con un mendrugo de pan, que unos consiguen en el paro, otros del Per, otros del Plan E, y otros simplemente asistiendo a las manifestaciones sindicales, etc., y de todo eso le pediremos cuentas a este torpe gobierno en las próximas elecciones; Pero del circo mediatico los culpables son un grupo radical e inmoral de medios de comunicación, y a estos lamentablemente no podemos castigarlos en las urnas; Por ello quizá sea necesaria plantear una campaña social contra los medios que de modo artero e infame, acusen, difamen, o dilapiden a cualquier persona por intereses económicos o politicos, o por el simple rédito comercial, etc., y para ello bastaría con amenazarles con que una parte de la sociedad dejaremos de comprarlos, de leerlos, o de verlos, etc., y quizás así se serenen un poco, y dejen de colocar a cristianos inocentes frente a la fieras tanto políticas, como del circo mediatico español.

Para finalizar solo me queda corroborar como entre el generalisimo Franco, y el sonriente Zapatero, en términos de populismo no hay demasiada diferencia, pues el primero nos daba pan y futbol para distraernos, y el segundo aporta el paro, el per, el Plan E, y portadas de obispos para conformarnos.

Este dato nos permite comprobar que tanto entre los políticos que nos gobiernan, como entre la mayoría de los medios de comunicación, han cambiado algunos gustos, pero las maneras continuan siendo las mismas.

Andrés Marín de Pedro.