domingo, 17 de enero de 2010

FRENTISMO





FRENTISMO

Los últimos acontecimientos acaecidos en España como consecuencia de la declaraciones gubernamentales referentes a la próxima eliminación del crucifijo de las aulas, y que tienen su precedente en la aprobación de leyes sin consenso social ni político, y en procesos tan rupturistas -con respecto a anteriores gobiernos, incluidos los socialistas de Felipe González- como la imposición de la asignatura de E.p.c., y la ley de memoria historia, entre otras, y que han tenido su reflejo en este blog,-veanse La tolerante intolerancia laica demuestran la existencia de un fenómeno social y político, que oculto a la mayoría social española, trama, prepara, organiza, dirige, persigue, denosta, ataca, e intenta crear una conciencia social radicalizada, marxista, y frentista, fracturando la sociedad en bandos, unos los ciudadanos de bien, otros a los que desde los medios de comunicación, y desde el gobierno se les persigue, y señala como cuasi cancerígenos socialmente; A saber, nos dividen entre buenos o malos, avanzados o retrógrados, socialistas o conservadores, laicos o religiosos, heterosexuales u homófobos, hijos o padres, izquierdistas o fascistas, nacionalistas o franquistas, federalistas o constitucionalistas, mujeres u hombres, gays o machistas, obreros o patronos, jóvenes o viejos, republicanos o nacionales, modernos o cavernícolas, legales o conspiranoicos, demócratas o totalitarios, tolerantes e intransigentes, ateos o clericales, pro-abortistas o carceleros, feministas o machistas, etc., en fin, según sus propias afirmaciones entre progresistas y retrogrados.

Ciertamente el gobierno está por la ruptura social, y la puesta en marcha de esta maquinaria de fracturación y desprestigio de una parte de la sociedad traerá consecuencias gravísimas a medio y largo plazo que este articulo no entrara hoy a valorar; Pero no puede dejar de hacer notar el aumento de la violencia que esta política social y rupturista ha producido ya, y anunciar la que en breve se producirá como consecuencia, en la sociedad, y a la que por su gravedad, en breve deberemos denunciar.

Lo que si voy a tratar en estas líneas es de demostrar que esa separación, esa perversa intención gubernamental de colocar en casillas separadas, y totalmente radicalizadas y excluyentes, es no solo totalmente falsa sociológicamente, sino que es en extremo malévolo e injusto encasillar a las personas dentro de unos determinados adjetivos desde el gobierno, si estos son excluyentes y despreciativos, o pueden llevar a la violencia social.

El hombre no es joven o viejo, el hombre es un proceso vital que pasa por las más diversas realidades no solo físicas y psíquicas, sino de pensamiento; La prueba es que millones de hombres a lo largo de la historia han pasado por experiencias que les han mutado no solo físicamente, sino a nivel político, religioso e incluso mental.

Veamos un ejemplo meridianamente claro en el aspecto religioso del ser humano; Han existido religiosos que en sus últimos días han renegado de su fe, y de su historia, y existen también acérrimos ateos, y anti-theos que en un momento de su historia se han convertido no solo en católicos, sino en enfervorizados evangelizadores.

¿Puede o debe el gobierno encasillar a alguno de ellos ateo o clerical, como bueno o malo?.

Ciertamente podemos afirmar lo que son en la actualidad, siempre y cuando no se promueva la violencia contra ellos, y es más, podemos y debemos denunciarlos si su actitud fuese de enfrentamiento, de radicalización, o creara odio social, como sucede con este gobierno, o con diversos grupos sociales y políticos que lo apoyan en esta cruzada rupturista y de desprestigio del resto de la sociedad, pero no podemos, ni debemos tocar a una persona que defienda sus valores sin hacer mal a nadie, ni ofender a nadie, solamente exponiendo sus ideas, y no imponiéndolas.

Pero bajemos de nuevo a la realidad, conocemos por disparatados casos como el del Sr. Jorge Vestringe que paso de pertenecer y defender la derecha más ultramontana, hasta llegar la izquierda más radicalizada por poner un ejemplo, o lo sucedido con el musulmán y subdirector del diario ‘Corriere della Sera”, Magdi Alam convertido al catolicismo y bautizado por el propio Papa después de un proceso que le llevo de musulmán a ateo, de ateo a anti-theos, y de perseguidor, a católico convencido; O el mismo Eduardo Verastegui que de pro-abortista y feminista radical, ha pasado a ser un defensor del derecho a la vida en todas sus circunstancias; Así mismo obreros izquierdistas son hoy feroces defensores de las políticas no solo económicas, sino también sociales del Partido Popular.

Pero más aun, conocemos casos de católicos socialistas que pueden votar a la derecha en las próximas elecciones como consecuencia de esta radicalización política de la sociedad; Así también de feministas que están radicalmente contra el aborto, o de constitucionalistas que votan todavía al PSOE.

Por tanto es un despropósito falso e injusto la política de ruptura social llevada a cabo por este gobierno con la ayuda de otros partidos políticos, grupos sociales y de los medios de comunicación, en su intento de partir la sociedad entre buenos y malos, porque nadie y menos aun un gobierno tiene el derecho de encasillar a ningún ciudadano, a colocarnos un apellido de por vida, a meternos en una vasija aparte diciendo este es malo, retrogrado, conservador, etc., porque no siguen nuestras indicaciones sociales, políticas o religiosas, etc., y en cambio los que los sigan y voten, esos son hombres libres, tolerantes, progresistas, demócratas, etc., en consecuencia hombres de bien.

Creo que hay unas palabras que desde la Iglesia Católica se han propuesto en todo juicio de valores y conciencia, y que deberían aplicarse de continuo no solo nuestros gobernantes, sino los violentos grupos de presión feministas, cristianofóbicos, independentistas, y radicales, que les apoyan en esta descerebrada cruzada social: “De internis, neque ecclesia”,

Que traducido al socialismo radical, rupturista y anti-theos imperante hoy seria: Acerca de la bondad o maldad de la conciencia de las personas, ni siquiera el gobierno.

Andrés Marín de Pedro.

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